Javier Zepeda
Director Ejecutivo
Cámara de Industria de Guatemala
Cuando invertimos en un negocio, lo hacemos con la firme convicción de que obtendremos en determinado tiempo un retorno de nuestra inversión. De lo contrario, nadie arriesgaría su capital en empresas que no cuentan con un plan, así como con los ya conocidos objetivos y las estrategias. Si lo vemos desde esa perspectiva, consideramos justo que Estados Unidos condicione el apoyo para el Plan Alianza para la Prosperidad, a que los países que integramos el Triángulo Norte de Centroamérica le demos buen uso a sus recursos.
Definitivamente, a muchos guatemaltecos nos molesta pensar que dependemos de otros países para crecer y desarrollarnos como región. Siempre nos preguntamos por qué si contamos con los recursos, la gente y el empuje suficiente, seguimos dependiendo de otros; la respuesta no es tan simple como parece. El paradigma que no hemos logrado romper es que, el grande debe, proteger al chico. O que el hermano mayor tiene la obligación de cuidar de los más pequeños. Lo más seguro es que siga siendo así, al menos por algún tiempo. Ojo: no podemos seguir siempre tomados de la mano del hermano mayor, o a la sombra del árbol más grande.
La magnitud de los desafíos sociales y de desarrollo para Guatemala, El Salvador y Honduras es enorme. Entre los compromisos que ofrecieron los gobiernos del istmo figuran: Hacer auditorías “para ayudar a combatir la corrupción”, más oportunidades de capacitación y recreación para jóvenes, y medidas enfocadas en el desarrollo económico.
Estados Unidos está en su soberano derecho de exigir transparencia de los recursos que invertirá en el plan para contrarrestar la creciente migración de ciudadanos centroamericanos, quienes vale la pena mencionar, están obligados a pagar impuestos y a acatar las leyes del país, algo que no siempre hacen en sus lugares de origen, porque si los demás no siguen las normas… ¿por qué debo de hacerlo yo?
Si el objetivo es impulsar a los tres países a buscar una mejora en sus economías para brindarle a sus ciudadanos la estabilidad que merecen y necesitan, como país, en el caso de Guatemala, tenemos que empezar a sentar las bases para un desarrollo sostenible individual. Claro, sin olvidar que formamos parte de un mundo globalizado.
Tenemos que ser capaces de propiciar un clima de negocios estable, con certeza jurídica y cumplimiento y respeto a la ley. Debemos generar empleos formales, e impulsar a los pequeños y medianos empresarios para hacer tangibles esas oportunidades de crecimiento. Solo de esta manera cesará la migración de personas que buscan mejores oportunidades fuera de nuestras fronteras.
Como empresarios aceptamos el compromiso de generar desarrollo, invertir, y a la vez, atraer inversión. De parte del sector justicia se espera que vele por el cumplimiento de ley. Del lado de los legisladores, está el promover normativas que ayuden a generar un clima de estabilidad en el país. Y el Gobierno, deberá procurar la correcta administración de los recursos que reciban.
Si todo funciona en armonía, seremos como una empresa ideal para que inviertan en nosotros como país. Esto debe, de ser un ganar – ganar. Estados Unidos invierte. Y de ese modo nos integramos como una región próspera. Siendo así, ¿a quién no le gustaría invertir en un proyecto con réditos asegurados?