María Antonieta De Bonilla, exministra de Finanzas Públicas y expresidenta del banco central, explica que mucho del aumento del gasto ha sido en sueldos y salarios. Cree que las deficiencias presupuestarias requieren reformas estructurales profundas. INDUSTRIA Y NEGOCIOS ¿Cuáles cree que sean las grandes preocupaciones que implicará para el país la aprobación del presupuesto tal y como está plasmado en el proyecto enviado al Congreso?Parece apropiado si tomamos como base el escenario macroeconómico estimado por el Banco de Guatemala. El gasto contemplado permanece por debajo de 15 por ciento del PIB y continúa siendo de los más pequeños de la región debido a la baja carga tributaria. Los fondos asignados a áreas prioritarias como educación, salud, seguridad y justicia e infraestructura continúan siendo insuficientes. Según la evolución de ingresos y gastos de los últimos siete años, la carga tributaria pasó de 11.9 por ciento del PIB, en 2006, a 11 por ciento en 2012. Para 2014 se proyecta un 11.4 por ciento. El gasto corriente ha aumentado de 9.4 a 10.8 por ciento en el mismo período. Y para 2014 representaría 11.5 por ciento del PIB, mientras que el gasto de capital ha disminuido al pasar de 5.3 a 3.2 por ciento.¿Y las preocupaciones o riesgos?Las grandes preocupaciones de los presupuestos de Guatemala continúan girando en torno a la insuficiencia de ingresos fiscales, a la rigidez y mala calidad del gasto y la dificultad de bajar el déficit del dos por ciento del PIB. Mucho del aumento del gasto ha sido en sueldos y salarios. Estos problemas prevalecen. En el proyecto 2014, por ejemplo, el aumento más importante se en remuneraciones con más de 13 por ciento, seguido de intereses de la deuda, con siete por ciento. ¿Entonces esas deficiencias no se resuelven con una simple reducción del presupuesto?No. Las deficiencias presupuestarias requieren reformas estructurales profundas como la revisión de las rigideces del gasto, la aprobación de la Ley de Transparencia, la Ley de Servicio Civil y La ley de Pensiones del Estado, entre otras. En adición, es necesario retomar el espíritu de creación de la SAT. Si no se aprueben estas reformas será difícil pretender cambios de fondo en el presupuesto anual. ¿No cree que se debería comprimir el gasto y no aumentarlo a una velocidad más rápida que suben los ingresos fiscales?El crecimiento proyectado de los ingresos tributarios es de 3.4 por ciento, similar al del gasto (3.5 por ciento). No obstante, es importante tener en cuenta que la comparación se está haciendo con el presupuesto aprobado para 2013 y no con la ejecución, en torno a la cual todavía hay incertidumbre tanto por el lado de los ingresos y gastos. Si se toma en cuenta que el Ministro de Finanzas habló de ingresos tributarios que podrían cerrar en alrededor de Q48 mil 500 millones, el aumento estimado por ese lado sería de un siete por ciento. En ese desbalance, la deuda pública también es cada vez más elevada. ¿Por qué es preocupante ese comportamiento?La deuda es un compromiso de país, del cual formamos parte todos los ciudadanos y tendrá que ser pagada por las generaciones futuras. Podrá ser, por ejemplo, por medio de más impuestos, con menor provisión de servicios públicos o empeoramiento de su calidad, con costos financieros más elevados para al sector público y privado, derivado de una rebaja en la calificación de riesgo país, etcétera. Con el presupuesto propuesto, el nivel de endeudamiento se mantendría entre 24 y 25 por ciento del PIB, mientras que el servicio de la deuda (intereses más amortizaciones) aumentaría de 19 a 20.5 por ciento de los ingresos tributarios.