La falta de control interno para evitar la corrupción y la poca transparencia de los regímenes internos son problemas profundamente arraigados en el Sistema Penitenciario, que debilitan la institución y han permitido que los privados de libertad cuenten con herramientas para delinquir desde y adentro de los centros carcelarios.
Durante el mes de febrero se presentó un gran desafío para la seguridad ciudadana: La captura de un recluso en un vehículo particular fuera de un centro carcelario, sin permiso judicial y en desacuerdo con el horario establecido para su salida por el director general del Sistema Penitenciario. Esto causó olas en esta Dirección. Las olas arrastraron desde los guardias que acompañaban al privado de libertad y la directora del centro carcelario, hasta el director y subdirector de esta institución.
Este acontecimiento manifestó una vez más que el Sistema Penitenciario está en crisis y requiere mayor atención. Particularmente se evidenciaron dos debilidades importantes del funcionamiento: 1) Que el personal de custodia no necesariamente está resguardando los intereses institucionales y, (2), que poco se respetan los procesos administrativos y protocolos de seguridad y que este incumplimiento no genera suficientes sanciones. La falta de control interno para evitar la corrupción y la poca transparencia de los regímenes internos son problemas profundamente arraigados en el Sistema Penitenciario, que debilitan la institución y han permitido que los privados de libertad cuenten con herramientas para delinquir desde y adentro de los centros carcelarios.
Según datos del Ministerio Público de 2012, el 60 por ciento de las extorsiones proviene de algún centro carcelario. Los controles internos son débiles y de la mano va la ausencia de personal con valores éticos. No existe una carrera penitenciaria que genere una clasificación jerárquica de puestos, oportunidades de ascenso y una formación adecuada y continua para el personal. Al tener poca transparencia en la asignación de puestos internos y al contar con la misma remuneración para todos los guardias, existen pocos incentivos al personal y se hace difícil reclutar y retener recurso humano debidamente calificado. Además, el proceso de reclutamiento y selección de personal carece de una convocatoria abierta y se evidencian nexos familiares entre el personal de custodio.