Los acuerdos en “Río+20” son muy generales y no se puede esperar grandes resultados. Es un reto planificar una ruta de acción que permita al país mejorar sus condiciones y obliga a trazar metas de desarrollo sostenibles, apegadas a nuestra realidad socioeconómica y ambiental.
POR ING. KHALIL DE LEÓN
El 22 de junio del presente año finalizó la Conferencia sobre el Desarrollo Sostenible “Río+20”, reunión en la que se perseguía dar continuidad a la “Cumbre de la Tierra”, realizada en Río de Janeiro, Brasil, en 1992. Como referencia es importante mencionar que en esa actividad, de hace 20 años, se tomaron decisiones que han influido en la búsqueda del desarrollo sostenible de la humanidad.
Mireya Archila, quien encabezó la delegación técnica guatemalteca en la Cumbre de 1992, como coordinadora de la Comisión Nacional del Medio Ambiente (Conama), sostuvo que el éxito de la cumbre derivó de la expectativa mundial sobre la implementación de la “Agenda 21”. En ese momento el tema ambiental carecía de herramientas para su inserción en el desarrollo económico de los países, por lo que, el concepto de desarrollo sostenible fue novedoso y sirvió de plataforma para definir estrategias políticas, económicas, de utilización de recursos naturales y de ordenamiento territorial.
También consideró que, si bien, Naciones Unidos trabajó para promover lineamientos que produjeran cambios integrales, fueron pocos los países que las implementaron bajo esta nueva concepción de desarrollo, como la comunidad europea y el continente africano. “En la medida en que los compromisos de la “Agenda 21” no se trabajaron, debido a que las políticas económicas de los países no introdujeron cambios sustantivos, se desinfló el impulso que el proceso traía, expuso Archila.
Sostuvo que parte de los logros regionales de “Río” se debieron a que Guatemala llevó una posición conjunta a nivel pues tenía la presidencia de la Comisión Centroamericana de Ambiente y Desarrollo.
Qué pasó en Río
En la Conferencia participaron 193 delegaciones, de las cuales 79 fueron encabezadas por jefes de Estado y de Gobierno, quienes firmaron el documento “El futuro que queremos”, considerado por algunos críticos como un acuerdo de compromisos mínimos. Se divide en secciones que incluyen los siguientes temas: Nuestra visión común,Renovación del compromiso político, La economía verde en el contexto del desarrollo sostenible y la erradicación de la pobreza, Marco institucional para el desarrollo sostenible, Marco para la acción y el seguimiento y Medios de ejecución.
Achim Steiner, subsecretario de Naciones Unidas, precisó que los resultados no han gustado debido al cambio que significa a nivel científico y en la vida diaria de las familias, pues implica una trayectoria distinta, basada en un desarrollo que mira hacia siete mil millones de personas.
A su vez, Roxana Sobenes, ministra de Ambiente y Recursos Naturales, hizo una presentación con las prioridades del Estado guatemalteco en política ambiental. Habló del cambio climático, protección de aguas, suelo, bosque y biodiversidad. También, del cumplimiento legal, de la participación pública, del fortalecimiento del sistema de áreas protegidas y del fomento de las economías verdes.
RIO+20 Conferencia de las Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible
En suma, los acuerdos en “Río+20” son muy generales y no se puede esperar grandes resultados. Es un reto planificar una ruta de acción que permita al país mejorar sus condiciones y obliga a trazar metas de desarrollo sostenibles, apegadas a nuestra realidad socioeconómica y ambiental.