María Pacheco es experta en encadenamientos de empresas rurales; ha trabajado con grupos de mujeres de Quiché, entre otros, quienes elaboran fundas para María Pacheco es experta en encadenamientos de empresas rurales; ha trabajado con grupos de mujeres de Quiché, entre otros, quienes elaboran fundas para los vasos de Café Barista. Cree que si las empresas abren sus puertas a parte de sus cadenas de valor, muchas familias pueden cerrar el círculo de la pobreza.
POR HERNÁN GUERRA
INDUSTRIA Y NEGOCIOS
Luego de años de trabajar de la mano con las comunidades rurales, ¿cómo resume los encadenamientos empresariales?
Los encadenamientos –sobre todo para mujeres–, son una herramienta poderosa para transformar el país, pero sólo se pueden lograr si hay mercado. Cuando hay empresas que deciden apostar por estas comunidades para que puedan ser parte de sus cadenas de valor, cambia todo. Para mí, el trabajo que hacemos no sería posible sin los mercados y las empresas como Industrias Licoreras de Guatemala y su marca Ron Zacapa Centenario, o como Café Barista, que dan la oportunidad para que una parte de su producto sea hecho por comunidades rurales. O como lo vemos con Wakami (“Ya es”, en Kaqchikel), que crea marcas para darle salida a muchos productos elaborados en el área rural.
Además de Ron Zacapa y Café Barista, ¿qué otras empresas permiten estos encadenamientos?
La primera empresa que nos permitió fue Cemaco. El señor Natucios, cuando recién estábamos empezando en esto nos dijo: “Con mucho gusto les abro la puerta, sólo tienen que llegar a la calidad”. Y el día que llegamos a la calidad, fue la primera empresa en abrirnos las puertas. Pero no la ha abierto sólo a mujeres, él celebra una feria cada 15 de septiembre y le da la oportunidad a muchísimas empresas rurales y Cemaco se convierten en el primer cliente.
¿Quién hace esos enlaces?
Nuestro rol es hacer esos enlaces. La labor de Kiej de los Bosques es buscar oportunidades en el sector privado y con las comunidades buscar el mercado. Ahora hay que trabajar y mejorar calidad. Es toda una metodología de incubación de empresas para ir transformando grupos rurales informales en empresas formales que puedan cumplir con criterios de exportación de cualquier producto.
Aparte de la incubación, ellos son una empresa que le venden a Kiej de Los Bosques para luego exportar los productos a empresas importadoras exclusivas del mundo; por eso se llama encadenamiento. No hay alguien que haga todo, es parte de la “empresarialidad” rural.
¿Cuántas familias o personas están involucradas en estos encadenamientos y que han mejorado sus niveles de vida?
Tenemos ejemplos como Ron Zacapa, empresa para la cual trabajan solas, unas 300 mujeres de ocho comunidades de Jocotán; en la cadena forestal son 500 personas, desde que siembran el árbol hasta que comercializan la madera. También en la elaboración de las fundas para los vasos de Café Barista trabajan otras 70 personas de dos comunidades de Quiché y, el caso de Wakami, son 15 comunidades con 450 personas de nueve departamentos del país.
¿Cómo capacitar a estas personas si prácticamente no han tenido acceso a educación?
En el caso de Kiej de los Bosques, trabajamos con la Organización Comunidades de la Tierra, que capacita. Sin embargo, ese proceso requiere una alta inversión pues las personas no han podido asistir a la escuela y no tienen un conocimiento formal. Pero lo más valioso que tienen son sus sueños. Se utiliza la metodología de negocios incluyentes, que tarda dos años, pero a partir del cuarto mes los grupos ya tienen empresas formales, capaces de generar ingresos. Las familias cambian ciclos de pobreza a ciclos de prosperidad.
Es un trabajo de hormiga en el que seguramente se enfrentan muchos obstáculos, ¿puede citar algunos?
Primero, se requiere de infraestructura. Dos, ha faltado inversión en educación y en dos años con esta metodología de capacitación se tiene que educar e invertir lo que no se hizo en 18 años. Ese es un obstáculo, pero lo que vemos es que si las personas tienen el sueño de ser empresarias, esa barrera se vuelca. El otro, que no es obstáculo, pero siempre lo menciono y es que si el sector privado abre sus puertas a este tipo de proyectos y permite que las comunidades se inserten, es el mejor regalo que pueden darles. En Jocotán nos decían, “nos trajeron comida y regalos y nos duró un día; nos trajeron una cadena de valor y ese regalo nos dura toda la vida”. Realmente lo que estamos viendo es que cualquier persona anhela tener ingresos para su propia prosperidad.
¿Cómo se puede aprovechar en estos encadenamientos el programa del Gobierno “bono seguro” o lo que antes era la “bolsa solidaria”?
El ministro de Economía presentará una iniciativa para que el “bono seguro” se convierta en parte de becas que facilitarían la inserción laboral. Además, se necesita invertir en la gente cuando no tiene ingresos, algo que lo dinamice pero mezclado con capacitaciones y acceso a mercados. En fin, las cadenas de valor logran generar ese tejido y permiten que una comunidad rural llegue a mercados globales. Nuestro sueño es que el país se transforme, que los hombres y las mujeres trabajen juntos, siendo prósperos.
¿Qué tanto han mejorado las oportunidades para la mujer en Guatemala?
Creo que ha mejorado la conciencia de que la mujer tiene que ser parte de esto. Guatemala ocupa el puesto 112 en brecha de género, de 135 países, estamos al mismo nivel de África y de países árabes, en términos de racismo. Y de Latinoamérica Guatemala es el peor; entonces el reto es grande pero estamos demostrando que queremos salir adelante. Sin embargo, se necesita que tanto hombres como mujeres sean actores del desarrollo; si sólo la mitad puede participar, el país no avanza.
Quién es María Pacheco
Es fundadora de Wakami World, empresa dedicada a vincular comunidades rurales con mercados, como una forma de generar prosperidad. También fue codiseñadora del programa Desarrollo Económico desde lo Rural. Fue la primera mujer presidenta de la Asociación Gremial del Empresariado Rural de Guatemala y forma parte de la Red de CALI (Central American Leadership Initiative) del Aspen Institute. Recibió un reconocimiento de Hillary Clinton, Secretaria de Estado de Estados Unidos, por su labor de encadenamientos empresariales rurales.
“El trabajo que hacemos no sería posible sin los mercados y las empresas como Industrias Licoreras de Guatemala, o como Café Barista, que dan la oportunidad de que una parte de su producto sea hecho por comunidades rurales”.
“En Jocotán nos decían, nos trajeron comida y regalos y nos duró un día; nos trajeron una cadena de valor y ese regalo nos dura toda la vida”.