La logística no tiene únicamente relación con el saber calcular; también va ligada a conceptos como el conocimiento, la belleza, la existencia, la moral y la mente, entre otros.
POR CÉSAR CATALÁN | Presidente de la Gremial Logística de Guatemala
Este será el primero de varios artículos en los cuales analizaré las habilidades blandas que desde mi punto de vista son requeridas para desarrollar una logística integral. No me enfocaré en las técnicas mesurables que podemos utilizar para llevar a cabo un buen proceso pues cada vez que menciono que la logística tiene una parte filosófica, muchas personas creen que me refiero a alguna locura. Es oportuno precisar que este término no tiene únicamente relación con el saber calcular; también va ligado a conceptos como el conocimiento, la belleza, la existencia, la moral y la mente, entre otros.
No quisiera sonar repetitivo y utilizar el trillado concepto de logística en este primer artículo, pero es que la misma no se relaciona únicamente con llevar las cargas en la cantidad requerida y de forma rápida, oportuna y al mejor costo al punto de consumo. Tiene que ver también con la forma en que se sueñe, piense, sienta y planifique la cadena de suministro.
Hace algunos años se empezó a popularizar el término “logística”, cambiando el término de “operaciones” por este último. Hemos entendido que desarrollar logística implica lograr el mejor costo, dejando por un lado la meditación, en búsqueda de formas diferentes de operar y desarrollar la diferenciación, con lo cual podemos participar en el mercado de una forma más eficiente.
Hay que estar claros que muchos, por no decir todos, desarrollamos algún nivel de logística, llevando a cabo operaciones matemáticas y poniendo a prueba nuestra capacidad de resolver problemas. Pero esta es un reflejo de las circunstancias que nos suceden, es decir, debemos hacerlo para lograr los objetivos. Para citar un ejemplo menciono a la señora que se hace cargo de la cocina, quien debe estimar las cantidades de legumbres, verduras y otros insumos necesarios para preparar los alimentos, en las porciones que así se requieran, llegando incluso, al punto de manipular perecederos y calcular el tiempo de vida verde de algunos productos.
Eso es lo que llamo “logística reflejo”, la cual se puede definir como una serie de actividades que se realizan por costumbre y que cumplen objetivos básicos de operación. Regularmente la “logística reflejo” se lleva a cabo en las organizaciones, por haber llegado a una zona de confort donde la costumbre (que ocultan los paradigmas) causa una parálisis de pensamiento que no permite a los administradores diseñar, alinear y desarrollar la mejor cadena de suministro, utilizando herramientas como la lógica. Esto con el objetivo de descifrar el rompecabezas que puede ser encontrar la forma más fácil, rápida y económica de llevar nuestros productos al mercado.
Citando una frase de Michael E. Porter, quien alguna vez dijo que “en el futuro, la competencia no se dará de empresa a empresa sino más bien de cadena de suministros a cadena de suministros”. Es importante reflexionar acerca de la importancia de mantener una filosofía logística enfocada no sólo en los indicadores de “costos”, sino también en los procesos de pensamiento. A su vez, que permitan la evolución de la cadena, evitando que se creen paradigmas de formas nuevas y más eficientes de realizar las operaciones que nos permitan diferenciarnos de otras similares. Así, se evita caer en la práctica de “logística reflejo”, teniendo especial cuidado cuando la lógica sea sustituida por el acomodo de hacer lo mismo que hacen los demás, dejando por un lado la búsqueda de nuevas ideas, oportunidades y formas diferentes de hacer la cosas.