No somos la Roma de antaño, pero veamos la forma en que se maneja la economía en este país; nos asombra que todos los parámetros van en la vía de crear un Estado que crece más.
La falta de confianza es lo que no nos deja salir adelante. Voy a referirme a alguien que opinó sobre el futuro.
“El presupuesto debe de ser balanceado, se debe lograr que la hacienda estatal sea sólida, la deuda pública debe de ser reducida, la arrogancia del aparato estatal debe de ser controlada y con fuerza, todo aquello que signifique ayuda para otras tierras deberá de ser concentrada en los ciudadanos, de lo contrario Roma caerá e en la bancarrota. La gente debe aprender a trabajar en vez de vivir de asistencia pública”, estas fueron palabras de Cicerón, nada menos que 55 años antes de Cristo, pero esas palabras a veces nos hacen pensar en un futuro incierto pues aquel gran impero cayó por no seguir estos consejos.
No somos la Roma de antaño, pero veamos la forma en que se maneja la economía en este país; nos asombra que todos los parámetros van en la vía de crear un Estado que crece más, sin resultados, con ineficiencia y copado por una burocracia que nos aplasta.
Por ejemplo, las condiciones para que se aprecie nuestra moneda están dadas, pero sencillamente, la apreciación actual es un espejismo que se basa en la debilidad del dólar, no es por lo poderoso de nuestra economía, media vez exista desconfianza, seguimos en un camino incierto que nos hace dudar hasta de nosotros mismos. ¿Cómo podemos afrontar la duda? La única manera seria, sabiendo cuál es el derrotero planificado, pero cada vez nos damos cuenta de que no lo hay, los intereses políticos y electoreros nublan el ambiente.
La riqueza natural de nuestro país es enorme, no se aprovecha; trece millones de guatemaltecos que la podríamos aprovechar, estamos en manos de grupitos vociferantes que asustan al gobierno, aunque algunos de ellos son parte del mismo y, por supuesto, los que invertirían para darle valor agregado y trabajo a lo que se obtenga de su esfuerzo solo pasan por aquí y se dan la vuelta para no regresar, los nacionales están entre la espada y la pared, siempre esperando sorpresas.
El inicio de este artículo nos hace ver que en dos mil años no hemos aprendido nada, el Imperio Romano cayó por sus excesos, por su falta de capacidad para balancear un presupuesto, por no tener sana su hacienda, por la prepotencia de los funcionarios, por enseñarle a la gente a no trabajar y vivir del erario público. ¡Cualquier similitud es pura coincidencia!
Lo peor que nos sucede es que el mismo Gobierno no tiene claro cuál es su camino, no sabemos cuáles son sus prioridades. En otros países, los intentos de invertir son bienvenidos, aquí lamentablemente, son rechazados a pesar de que la oferta de campaña electoral decía lo contrario.
Para llegar a algunos acuerdos se instalaron cuatro mesas de diálogo. Ahora la autollamada sociedad civil protesta por no estar participando, me parecería excelente que participaran siempre y cuando lleven propuestas no solo oposición a todo, como ha sido su costumbre.
Nos enfrentamos a un presupuesto irresponsable, a una inseguridad agobiante, a un crecimiento de la economía por debajo de la tasa de natalidad, siendo estos los más destacados asuntos por resolver, sin querer dejar algo como la educación y la salud, que están en “trapos de cucaracha”.
Ya se oyen estribillos de campaña en los que se anuncia el tener, sin trabajar pero, lo lamentable es, que también, como dice un poema de Darío, la Marcha Triunfal: “Se anuncia oro y hierro, la espada se anuncia con vivo reflejo”. La confrontación ya empezó, por supuesto es la espada de hierro que viene bañada de oro, el dinero excesivo de las campañas electorales causará más luto entre guatemaltecos.
Este año las huestes de la política comenzarán a movilizarse, la incertidumbre será el común denominador. ¿Quién será el líder, si es que lo hay? ¿A dónde nos llevará? La pregunta del 2012: ¿Cómo se restablecerá la confianza?