El “Muso” Ayau no era como todos. Su especial forma de ser le llevó desde muy temprano a preguntarse por qué unos países eran ricos y otros seguíamos en la más indigente pobreza.
POR PEDRO TRUJILLO
Murió recientemente una gran persona. Un ser humano como pocos, por sus destacadas cualidades y el legado que deja a su país y a sus discípulos. El “Muso” Ayau no era como todos. Su especial forma de ser le llevó desde muy temprano a preguntarse por qué unos países eran ricos y otros seguíamos en la más indigente pobreza ¿Era un problema de la calidad humana de sus habitantes? O, por el contrario, ¿había algo que no terminábamos de descubrir? Curioso como pocos, indagó, investigó, buscó la fuente en aquellos que conocían del tema y terminó por descubrir, aceptar y promover las ideas de la libertad como basamento que podría resolver esa ecuación que otros manejaron por años de forma interesada o equivocada. La respuesta estaba en el Derecho, en la Economía y en la Libertad.
Sin Estado de Derecho, algo que muchos proclaman y pocos interpretan y entienden, sin la posibilidad de poder realizar intercambios sin coacción ni privilegios y sin libertad para poder expresar y concretar las ideas y desarrollar el potencial del ser humano, el progreso no es posible. Cuando “Muso” entiende todo esto decide, junto con otro grupo de amigos emprendedores, conformar un espacio de reflexión y difusión de ideas en torno a estos conceptos aparentemente tan simples y formalmente tan complejos, sobre todo cuando se mezclan intereses de grupos. Surge primero el Centro de Estudios Económicos y Sociales (CEES), hoy institución cincuentenaria. Posteriormente fundan la Universidad Francisco Marroquín, pionera en América Latina en calidad educativa y tecnología, a pesar de ser una de las más jóvenes.
Ese ideal y norte “musiano” ha venido a revolucionar la forma de pensar de muchas generaciones. “Muso” lo que de verdad hace es construir un enorme espejo en un país incapaz de despegar económica y socialmente y enfrenta a muchos consigo mismo. A los políticos les muestra su incapacidad para dejar de lado el mercantilismo y la exclusiva preocupación por sus innobles intereses por encima de otros colectivos. A los juristas les señala el camino de la nobleza y la ley, algo que terminaron “positivitizando” y dejando a un lado. A los economistas les subraya lo esencial del pensamiento austriaco y, en definitiva, a la ciudadanía le traza el camino de la libertad y del desarrollo. Así, todo visible, genera un proceso de pensamiento que llega a nuestros días y seguro trascenderá muchísimas más generaciones.
Ya no somos pobres sino porque queremos seguir siendo así. “Muso” fue capaz de dibujar una receta inmensa que ni sus mayores detractores pudieron desmantelar, porque si algo tenía el maestro era su consistencia y contundencia de pensamiento. Ese tesón, propio de las personas que trascienden, le llevó a pertenecer a innumerables grupos y organizaciones y a presidir varias de ellas. Destaca su aporte en Cámara de Industria de Guatemala, institución de la cual formó parte de su primera junta directiva y, en el ocaso de sus días, a promover el conocido proyecto Pro Reforma, condenado por muchos, criticado por otros y, como no, alabado y apoyado por muchos más. Sea cual fuere el resultado final, nuevamente “Muso” (y otros amigos) fue capaz de presentar la única alternativa política a un caduco modelo que llena de muertos las calles, promueve la corrupción en cualquier área de poder y no sirve para que despeguemos económica y socialmente.
Muere Manuel Ayau, pero sus ideas permanecen, su obra queda y sus seguidores son millones. No sólo aquí, porque trascendió en todo el mundo donde posiblemente haya sido mucho más elogiado, reconocido y aceptado. No importa maestro, aquí dejas generaciones de seguidores que promoverán tus acertadas ideas. A descansar y a ver desde donde corresponda, el éxito de tu trabajo. ¡Sé libre, como siempre lo fuiste!