En vez de exacerbar conflictos, hay que prevenirlos

LISARDO BOLAÑOS F.
Si en Guatemala afrontamos problemas de conflictividad para lograr el desarrollo de ciertos activos, tendríamos que preguntarnos por qué nos parecemos más a lugares de alta conflictividad como África.

Imagine a un joven desconocido, feo y arrogante, que se acerca a su hermana o hija. La toma por la cintura y la besa. ¿Qué esperaría usted que ocurra después? Seguramente a ese joven no le iría nada bien.

Muchas veces ese desconocido, feo y arrogante ha sido el Gobierno o empresas privadas, cuando han intentado acercarse a comunidades de la provincia para lograr acceso a activos como agua o petróleo. Obviamente, si uno quiere un beso, la estrategia debiera de ser distinta. Y, en lugar de exacerbar el conflicto, debiéramos prevenirlo.

Para lograr superar estos niveles de conflictividad es necesario un examen profundo, que supere la visión de “nosotros y los otros”. Finalmente, si para bailar tango se necesitan dos personas, cuando de conflictividad se trata, siempre se necesitan dos. En un conflicto, “el problema” nunca es sólo de una persona, sino de todos los involucrados. Aunque obviamente algunos tendrán más poder para intensificarlo o para disolverlo.

Una forma de comprender esta situación es analizar cómo distintos grupos están viendo su realidad en el conflicto. Unos grupos se perciben como excluidos de los beneficios del Estado guatemalteco y, por eso, cuando se les pide colaborar, no sorprende que se nieguen a hacerlo. En una relación donde debiera de prevalecer el beneficio mutuo y la confianza, no se han realizado las “inversiones” para lograrlos. Es una inversión de largo plazo para lograr el apoyo que debiese empezar con mucha antelación.

Otros, simplemente desean mantenerse al margen. Grupos conservadores respecto a sus costumbres y de los activos bajo su posesión es comprensible que se opongan a un ordenamiento jurídico que busque violentar dicha situación. Este grupo se parece al primero, aunque la posibilidad de lograr acuerdos sea más complicada. Este grupo esperaría, más que beneficio mutuo y confianza, que los elementos esenciales de su estilo de vida se mantengan lo menos alterado posible.

Hay un tercer tipo de grupos que suele buscar aliarse con los dos anteriores. Estos también buscan quedarse con el acceso al activo y que pretendan distintos medios para lograr la oposición, a que otros accedan a ese bien. Imaginen que Guatemala tuviera minas de diamantes o de uranio; seguro tendríamos guerrilleros y paramilitares luchando continuamente por el control de esos recursos, tratando de arrebatarle el control al Gobierno y a las empresas, haciendo la extracción, usando desde armas, hasta sobornos, para conseguir que la comunidad se sume al rechazo.

Ahora bien, la existencia de distintos bandos alrededor de un mismo recurso no implica que conlleve necesariamente a un conflicto. Si comparamos el nivel de conflictividad de los últimos años en África, con el nivel de conflictividad dentro de Estados Unidos o Europa Occidental, nos podemos dar cuenta del contraste. En el primer lugar, la conflictividad ha sido altamente violenta y mortal. En segundo lugar, ha sido mucho menor. Las diferencias respecto a cómo funciona la economía, el sistema político, la sociedad y las presiones externas que tienen por el control de los recursos. Las diferencias no sólo se vinculan en cómo se administra el problema. Las diferencias también están vinculadas con las oportunidades de la población para acceder a mejores condiciones de vida y el respeto que existe a los distintos grupos, a pesar de las diferencias.

Una vez el conflicto llega a ciertas dimensiones, se alimenta de sí mismo y puede pasar décadas para desactivarlo. Para eso, es necesario prevenirlos. Pero también cambiar la forma en que el Gobierno y el sector privado se acercan al tema. Si siguen siendo desconocidos, feos y arrogantes, es difícil que logren consensos.

El contenido de Industria&Negocios no necesariamente representa la opinión de Cámara de Industria de Guatemala; cada artículo es responsabilidad de sus autores.

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