Grandes críticas recibió el Presidente Álvaro Colom cuando designó a su esposa para manejar lo que pomposamente se denominó Consejo de Cohesión Social (CCS).
POR PEDRO TRUJILLO
La normativa vigente únicamente contempla la Secretaría de Obras Sociales de la esposa del Presidente como lugar donde debería encajar la tal dama (derecho público). No obstante -pura incoherencia – renunció a aquel puesto legal y optó por asumir otro que ahora se ha mostrado ilegal o de dudosa legalidad, por eso de ser prudentes hasta el final en la calificación. Muchos analistas lo han estado evidenciando desde hace tiempo, aunque la obcecación y los oídos sordos han sido la respuesta oficial.
La mayoría de los comentaristas no están contra el CCS, algo que interesadamente han distorsionado, ni siquiera de que fuese la esposa del Presidente quien lo condujese (aunque aquí ya hay menos) sino en la forma despótica y hasta cierto punto abusiva con que se hizo. Nunca se atendió a la transparencia, tal cual proclamaban; más bien la CC tuvo que destituir a un ministro por la contumacia gubernamental y amenazar con otras medidas para que se le proporcionara a una diputada y al Contralor General de Cuentas, datos inmanejables por estar bajo candados de cifra que impiden su utilización para los fines que se solicitaron ¡Algo muy propio de democracias!, pero de las bananeras, donde la irresponsabilidad en la “accountability” es una medalla que tienden a colocarse muchas autoridades y aquí no perdieron el tiempo. Es más, habría que ver en el puesto que ocupamos en el ranking del manoseo y de la opacidad.
Tuvieron que pasar en blanco dos citaciones al Congreso por un partido de la oposición para que se propusiera una solución interesada donde la esposa del Presidente se ofrecía a dar explicaciones (las suyas) pero no a responder a cuestionamientos (que es lo legal). De nuevo, los arquitectos de la politiquilla del momento pretendían darnos gato por liebre y vendernos el “cumplimiento con el compromiso de transparencia en la gestión pública”. A fin de cuentas, lo que peor le sienta al ciudadano es que lo tomen por bobo, o por idiota, y esa suele ser la intención del político a menudo.
Ante una tercera fallida convocatoria, se produjo la denuncia por desobediencia e incumplimiento de deberes en el manejo de fondos pertenecientes al CCS, lo que inmediatamente generó una reacción en el partido oficial e hizo que en 24 horas se emitiera un Acuerdo por el que la directora dejaba el puesto a su esposo, el propio Presidente ¿Quién dijo que la insolencia argentina se encontraba únicamente al Sur del continente?
La inminente reacción evidencia algunas cosas. La primera, que efectivamente estaban fuera de juego y es por ello que ante la denuncia actuaron antes de que todo el sistema judicial (endeble y manipulable) se les echara encima, hicieron un enroque y sacaron a la dama del tablero de ajedrez. La segunda, que el propio presidente se quedó al frente del Consejo, lo que se asemeja a las clásicas dictaduras donde el presidente del Estado es al tiempo Ministro de Defensa o jefe de Gobierno. Esto de acaparar los cargos claves no ha cambiado mucho aunque ahora lo quieran disfrazar. Es, simplemente, lo que los autoritarios han hecho por años. Condenamos a los de antes y no vemos que los de ahora utilizan idénticas técnicas. Al respecto: Chávez, Ortega, Morales, Zelaya y, cómo no, miremos dentro de las fronteras, sin olvidar a los impresentables hermanos Castro.
Estamos ante una manifiesta marrullería y falta de transparencia que cada vez se evidencia más frente a la ciudadanía que no tendrá reparos en castigarla en su momento. Lo peor es que destruimos los valores democráticos clásicos, promovemos el autoritarismo más descarado y destrozamos el Estado de Derecho. Todo en nombre de la pobreza y con su anuencia. ¡Regresa Maquiavelo! a ti, al menos, te entendíamos.