¿Qué nos depara 2013?

PAULO DE LEÓN | CABI
Cuando no hay fuentes externas de crecimiento, lo que se haga localmente es más importante.

El 2012 ha terminado de manera suave, confirmando el desempeño del resto del año, es decir, una desaceleración de crecimiento igual a los niveles de 2011. Recordemos que en ese año, la economía de Guatemala creció en torno al cuatro por ciento. La pérdida de velocidad del crecimiento ronda el 25 por ciento pues ha pasado de un desempeño de cuatro a tres por ciento. Esto está explicado por un entorno internacional en el que casi el 70 por ciento del mundo desaceleró de manera significativa.

Por un lado, Europa con una recesión confirmada en 2012 y que ha calado a los dos corazones de la Unión, como lo son Alemania y Francia, además de los daños a países periféricos. La UE representa un 25 por ciento global y si se le suma el magro desenvolvimiento económico de Japón, que se encuentra en cero, tenemos que un 32 por ciento del mundo decreció.

Para completar las cifras debemos añadir a los países emergentes como China y Brasil, que han perdido fuerza. China pasando de un crecimiento de dos dígitos a un 6.5 por ciento y, Brasil que apenas crece en torno a 0.5 por ciento. Estos países suman un 18 por ciento adicional, llevando la cifra a 50 por ciento.

Estados Unidos es el siguiente en entrar a la aritmética. Si bien su crecimiento es positivo, ha desacelerado ligeramente, manteniendo su crecimiento en torno a dos por ciento. Este país representa aproximadamente un 28 por ciento de la economía mundial, con lo cual, casi un 80 por ciento del mundo perdió dinamismo.

Con estos números es imposibles que un país abierto, como Guatemala, lograra escapar a esta maraña de pesimismo económico que se manifestó, por ejemplo, en la caída de los precios de los “commodities” que exporta el país, como el café, hule, cardamomo y, en menor grado, el azúcar.

La otra parte de la desaceleración local tiene que ver con factores internos. Tradicionalmente en el primer año de Gobierno hay una sub ejecución y esta vez no fue la excepción. Esto toma tiempo en normalizarse y casi siempre se da en el segundo año.

Si se contabilizan ambos efectos, se estima que casi US$1 mil millones no estuvieron dando vueltas en la economía en relación a 2011, provocando un bajón en el consumo y en la producción nacional.

En ese sentido, las proyecciones de CABI para 2012 se han cumplido, ya que se estimó un aumento de la productividad en torno al tres por ciento.

Entrando a 2013, el panorama permanece con esta visión y no se observa en el ámbito internacional una recuperación vigorosa sino más bien la repetición de un pobre desempeño en Europa, incluso recesivo, así como la continuación de la debilidad en países emergentes; y Estados Unidos que repetirá el crecimiento de 2012, en torno al dos por ciento.

Cuando no hay fuentes externas de crecimiento, lo que se haga localmente es más importante. Es por ello que se espera una mejoría en el ritmo de ejecución presupuestaria del Gobierno, así como el efecto de un crédito bancario en sectores productivos, provocando que en 2013 la expectativa de crecimiento sea en alrededor del 3.2 por ciento, es decir, una pequeña recuperación.

La situación no llama a mejores perspectivas; debiera de verse en estos momentos una recuperación más vigorosa en el mundo, la cual pende de ciertos factores de riesgo que estarán presentes y que por el contrario pueden empeorar las cifras.

El debate en el Congreso de Estados Unidos sobre el techo de la deuda es uno de ellos, la unión bancaria, la recesión italiana y, peor aún, la francesa, son temas en el tintero que darán que hablar en 2013.

En ningún momento de los últimos cuatros años la frase de economía “zombie”, tan célebre, se aplicará como este año. Si bien se crece, no hay crecimientos incrementales. Esto se puede repetir en Guatemala con algunos matices positivos. No obstante, es evidente que no hay cambios estructurales que lleven a pensar que Guatemala pueda saltar de un crecimiento de su nivel de estabilidad, que se ha situado históricamente entre tres y 3.5 por ciento.

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